"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca" (J.L. Borges)

sábado, 24 de octubre de 2020

24 de octubre, Día de las Bibliotecas




 BIBLIOTECAS    

¿Sabe la gente que está ya suscrita a la mayor y mejor alimentada plataforma de streaming del mundo? ¿Sabe que tiene desde hace décadas acceso a un catálogo mayor que el de Netflix, HBO, Movistar+, Amazon Prime, Vodafone o cualquier otro, y aún todos ellos combinados? Y si no lo sabe, y por tanto no sabe qué es una biblioteca, ¿por qué no lo sabe?

Ya en una biblioteca hay contenido para hacer temblar al puñado de pocas y cambiantes películas de estas plataformas, pero es que cualquiera con su carnet puede acceder no a una sino a todas las bibliotecas de su comunidad autónoma. Cualquiera de nosotros estamos tentados de pensar que las biblios tan solo tienen libros (tan solo), que no compiten con las superproducciones audiovisuales por las que muchos pagamos, pero esta no es la verdad. En las estanterías de estos antiguos edificios descansan películas, nuevas y clásicas, además de cómics, periódicos y revistas de todo tipo. No solo hay de todo, sino que lo hay igual de rápido que en cualquier otra página web, porque las bibliotecas también están en páginas web e incluso se pueden solicitar sus préstamos por esta vía tan rápido como encontramos la última serie de HBO. Solo que no es el mismo tiempo, en HBO tenemos que pasar un minuto o dos pagando antes de entrar.

Lo cierto es que no son tanto las virtudes de estas casas de la cultura como los vicios de las plataformas online los que decantan la balanza. Recientemente el director ejecutivo de Netflix, Reed Hastings, confesó que el usuario medio ocupa 45 horas año simplemente en el menú de opciones, decidiéndose por qué puede ver. Dos días robados, que se pasan tan solo bajando por demasiadas posibilidades, ninguna tan seductora, ninguna tan convincente. Se trata de la copia advenediza precisamente del sistema de organización de las bibliotecas. Pero en lugar de agruparse en categorías inteligibles como "Ciencia Ficción" o "Geografía", solo usan estados de ánimo como "Para ver en familia" o "Aclamadas por la crítica" como si esas situaciones no debieran cruzarse. Finalmente, unos cuantos algoritmos de promoción, de historial y categorías demográficas encaminan al público hacia tal o cual película o serie. De esta manera nos aseguramos, por ejemplo, de que una niña vea series hechas para niñas o un americano no se encuentre con películas extranjeras, que nadie cruce su línea ni husmee en las imágenes que podrían salir de sus esquemas. Lo que hacen bien todas estas plataformas es su propaganda. Donde siempre triunfan es en aparecer en conversaciones sobre qué hemos visto últimamente.

¿Y la solución? ¿Es acaso la educación o la concienciación, manoseadas recetas españolas cuando se trata de proponer remedios? No, la solución es en realidad cerrar el ordenador e ir a la biblioteca a por un libro o dos y contárselo después a los amigos. No hay grandes misterios en la diversión de los libros, pese a que todos creemos lo contrario. Los libros ya son divertidos, sin concienciación necesaria. Si a uno no le entretiene un libro es seguro porque debe buscarse otro. Cualquiera que lea y que anime a sus seres queridos a leer lo mismo está abriendo el camino entre el pueblo y la cultura. No es que sea parecido a lo que hacemos con las series, es que es exactamente eso: consumir y compartir, disfrutar y poner de moda.

Las bibliotecas no son grandes desconocidas, son grandes ignoradas. Acudimos a ellas a menudo: a estudiar, a por un libro que mandaron en clase o a por wifi gratis, pero nunca a por lo mejor que tienen. No son estas palabras un intento de ensalzar estos edificios, ni de reprochar nada. Esto es una simple llamada de atención sobre el mejor pasatiempo que tenemos a mano, quizás con el que más crecemos como personas, y que sin embargo no todos somos capaces de ver.

Isidro Ruiz de Osma Díaz, escritor. 

(Alcázar, 1995)

 

 

martes, 13 de octubre de 2020

 Tiempo de concursos. Tiempo de creación

La página escritores.org se dedica a estimular la creación literaria y canalizar los impulsos de aquellos que queráis dedicaros a la escritura como medio de vida. Como ejemplo os dejamos una convocatoria de premio literario de la ciudad de Albarracín en Teruel, uno de los entornos más bonitos y pintorescos de España.

El plazo final para enviar los trabajos que quieran presentarse finaliza el 26 de octubre de este año 2020. Para leer las bases completas, pincha aquí 


jueves, 8 de octubre de 2020

Diarios de Colores de Gemma Lienas. VIOLETA

EL DIARIO VIOLETA DE CARLOTA

El curso 2019-20 creamos en la biblioteca un espacio de igualdad para dar cabida a novedades que traten el tema de la búsqueda de la identidad personal y de la igualdad como premisa básica en este centro de enseñanza. El libro que presentamos aquí es uno de los materiales integrantes de este espacio.


La autora Gemma Lienas (Barcelona, 1951) nos presenta en este libro diferentes situaciones en las que se traslucen situaciones de desigualdad entre géneros que se asumen por la fuerza de la costumbre y contra las que es difícil luchar. El contacto intergeneracional es el detonante que provoca la chispa por la cual se ponen en marcha las averiguaciones

La idea de colocarse “las gafas violeta” para mirar la realidad es la manera en la que la autora nos sugiere que miremos de manera diferente las situaciones que por repetidas parecen  toleradas y asumidas. El extrañamiento nos permite analizar con detenimiento la sucesión de acontecimientos y pasar de la confusión a la deliberación y la adopción de una opinión propia.

La protagonista del libro, Carlota, nos es ya conocida para quienes leímos “El diario rojo de Carlota”. Se asocian aquí los colores con las referencias que comúnmente les asignamos. Así el rojo es la sexualidad, el violeta el feminismo, el amarillo le sirve a la autora para adentrarse en el mundo de los tóxicos y estupefacientes y el azul está dedicado al problema de la violencia de género.

Caben aquí también y se reflejan en los libros las opiniones de los adultos, que no siempre coinciden entre ellas y no siempre están sólidamente argumentadas. Se pide del lector que tome partido y reflexione sobre los temas que se van proponiendo, sin importar la edad que tenga ni sus conocimientos previos.

Los libros toman la forma de diario para crear un espacio de intimidad donde se pueden expresar los pensamientos libremente. Queda en los lectores la tarea de reflexionar en privado y con tranquilidad, libres de las presiones de sus iguales y más capaces de formarse una opinión personal sobre los temas que les preocupan.

En definitiva, son historias y reflexiones que interesan a todas las personas, especialmente a los adolescentes y a las cuales siempre hay muchas maneras de acercarse. Este Diario Violeta parte de la propia búsqueda que, a medida que se profundiza, va haciéndose más interesante.

Esperamos que de este libro se generen muchas lecturas y nuevas Carlotas con inquietudes feministas, que busquen la igualdad como objetivo vital.