La última sugerencia de nuestro club de lectura ha sido esta monumental novela de 646 páginas,
publicada en 2016.
La lectura de Patria de Fernando Aramburu (ed. Tusquets) me ha resultado removedora y emotiva.
publicada en 2016.
La lectura de Patria de Fernando Aramburu (ed. Tusquets) me ha resultado removedora y emotiva.
El autor nos presenta una novela coral en la que cada uno de sus personajes
comparte sus experiencias con el lector y se coloca frente a él como frente a
un espejo. La novela desvela los entresijos de un tiempo en el que fue difícil
tener todas las claves y a veces se vio rodeado de un silencio cómplice del que
es preciso salir.
El relato no es lineal y en muchas ocasiones utiliza la técnica del contrapunto
que ya vimos en Eduardo Mendoza (la Verdad sobre el Caso Savolta).
La narración tiene muchas similitudes con la vida real de aquellos años, está
enraizada en la historia y nos aporta claves para entender mejor lo sucedido en
Euskadi en los últimos años del siglo XX. A veces los acontecimientos pueden
aparecer sesgados en un relato y puede existir la tentación de ocultar una cara
de la realidad que nos es más incómoda. En esta novela eso no sucede.
Fernando Aramburu con un estilo muy personal y muy vasco, que nos recuerda
a Miguel de Unamuno, nos lleva al escenario de sucesos desgarradores combinados
con la cotidianidad ciega de algunos de sus moradores. Los testigos de ese
“conflicto” asistieron en muchas ocasiones mudos a situaciones que ahora nos
parecen aberrantes. Funcionaba el miedo y la represión que ejercía la banda
terrorista ETA.
A través de capítulos muy cortos, con frases breves y concisas, el autor va
poniendo en boca de sus personajes los pensamientos y los hechos. Nos lleva
delante de situaciones que no siempre entendemos, nos presenta reacciones que
solo obedecen a los mecanismos de defensa de la mente humana, equivocados o no,
y nos atrapa con su lenguaje nuevo y directo que, en ocasiones, intenta ser un
claro exponente de la manera de hablar de las personas sencillas.
Los acontecimientos que marcaron la vida de las dos familias protagonistas
de la novela condicionan su evolución a medida que el relato avanza. Sus
características e ideales, sus creencias no permanecen iguales a lo largo de
todo el libro. En todos hay una evolución, precipitada a veces por el curso de
los acontecimientos. Situaciones extraordinarias como el asesinato terrorista
del Txato o la enfermedad de Ainhoa que hacen que sus seres queridos tengan que
replantearse sus vidas. No todos están dispuestos a asumir las circunstancias.
Son personajes normales y corrientes con defectos y virtudes que reaccionan
cada uno a su manera.
El uso del lenguaje está muy cuidado en la novela para caracterizar a cada
uno de sus personajes. La manera de Miren de justificar lo injustificable, la
presión de los ambientes rurales hostiles, la huida hacia la ciudad como una
vía de escape de miradas y comentarios y la añoranza de los espacios propios
como el derecho a recuperar la felicidad perdida, se reflejan en esta novela de
manera magistral.
La novela gana en sinceridad y en conocimiento de los personajes a medida
que avanza la narración. Tiene un efecto catártico y resalta que son las
emociones más íntimas las que mueven más a las personas: el perdón, la ayuda,
la amistad, el amor o el respeto por los deseos del otro, mucho más que la
defensa de la patria vasca o las reivindicaciones patrias.
En definitiva, el lector se sumerge en la crónica de esos años y asiste
asombrado a la reacción de los protagonistas y a su mundo interior, que no
siempre se hace explícito para los propios personajes. Una novela muy
representativa de una época negra de España que, en mi opinión, no deja
indiferente a quien la lee.
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